Siguiendo el ejemplo de los glóbulos blancos, los científicos han aprendido a usar indicadores bioquímicos específicos para administrar medicamentos a las partes del cuerpo que más los necesitan. Pero un grupo de teóricos de la Universidad de Pittsburgh (liderados por Anna Balazs) se han dado cuenta de que algo similar se puede emplear también para reparar materiales inanimados.
De modo similar a las enfermedades biológicas, el daño en un material se puede distinguir a menudo por una marca química, como por ejemplo un cambio en la energía superficial. Hace cinco años, Balazs y su equipo describieron cómo se pueden explotar esos indicadores para administrar nanopartículas reparadoras a los sitios dañados.
Y ahora, junto con el grupo experimental de Todd Emrick de la Universidad de Massachusetts Amherst, han decidido comprobar la teoría en el laboratorio. Prepararon una emulsión de aceite en agua en la que cada gota de aceite contenía una gran cantidad de nanopartículas de seleniuro de cadmio* (CdSe) y estaba encerrada en una fina capa de surfactante. Cuando la emulsión se desliza sobre la superficie oxidada (y por tanto hidrófila) de una lámina de silicona, las microcápsulas conservan su carga de nanopartículas. Pero cuando encuentra una grieta (cuya superficie no está oxidada, por lo que es hidrófoba), las nanopartículas igualmente hidrófobas van saliendo para cubrir el interior de la grieta.
Dependiendo de la grieta, se necesitarán más o menos microcápsulas para reparar el daño. Por otro lado, las nanopartículas de CdSe, al ser fluorescentes, ayudan a identificar dónde estaban las grietas, que aparecen como rayas de un rojo brillante en la imagen.
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Fuente:
http://www.physicstoday.org/resource/1/phtoad/v65/i3/p22_s3
* Gracias a Marisa por la nomenclatura del compuesto.
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