martes, 7 de febrero de 2012

La radiación y el cáncer

En vista del desastre ocurrido en Fukushima tras el terremoto y el tsunami que azotó a Japón en marzo del 2011, muchos vuelven a replantearse si las centrales nucleares valen la pena como alternativa más eficiente y menos contaminante para generar electricidad. Sin embargo, para hacerse una idea más clara, es necesario conocer todos los ángulos.

En realidad, la radiación no provoca cánceres nuevos, sino que aumenta la probabilidad de que llegue a producirse un cáncer que podría aparecer aun sin exposición a la radiación. Se podría argumentar que todavía no conocemos los efectos de las pequeñas exposiciones a la radiación. No obstante, sí se saben lo que no son y los físicos en particular saben cómo se puede poner un límite superior a tales efectos. Habría que hacer un esfuerzo por comprender las implicaciones reales para la salud pública de los accidentes de Three Mile Island (1979), Chernóbil (1986) y Fukushima (2011). Por ejemplo, en Fukushima nadie enfermó de radiación aguda y murió en un mes. El aumento que se calcula en la probabilidad de desarrollar cáncer durante el primer año de exposición continua al aire libre en el peor lugar posible es del 3%.

Habría que comparar ese porcentaje con las implicaciones para la salud de muchas de las actuales centrales eléctricas. Supongo que si queremos electricidad, hay que elegir algún tipo de riesgo. La clave no debe de estar tanto en poner el acento en los posibles problemas de los viejos reactores nucleares como en buscar reemplazarlos de forma más segura.

Basado en:
http://www.aps.org/publications/apsnews/201112/letters.cfm

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