Para entrar en un agujero negro, hace falta alcanzar su horizonte de sucesos1, el límite más allá del cual nada puede escapar. Cuanto más masivo es el agujero negro, mayor es el radio de este horizonte. Los agujeros negros más comunes, que pesan una media de diez veces más que el Sol, tienen fronteras que se extienden más de 60 km. Pero la mayoría de las galaxias tienen agujeros negros supermasivos en sus centros, que pesan millones de veces lo que el Sol y tienen fronteras que se prolongan millones de kilómetros.
Según nos aproximamos al horizonte, no notaríamos nada especial, pero un observador desde el exterior nos vería ir cada vez más lento y le parecería que nunca llegamos a atravesar el horizonte de sucesos. Además, nos vería con un aspecto cada vez más tenue, porque la luz que emitiríamos en el horizonte necesita mucho tiempo para llegar al observador, desplazándose hacia el rojo1.
Muchos piensan que nos veríamos envueltos en oscuridad una vez atravesado el horizonte, pero no es cierto. Veríamos el universo exterior de forma distorsionada, pero no desaparecería. Es entonces cuando empezaríamos a caer más rápido que la velocidad de la luz hacia el centro del agujero negro2. Los efectos de la enorme gravedad darían lugar a lo que algunos llaman "espaguetización": la gravedad en los pies es mayor que en la cabeza (si caemos con los pies por delante), con lo que nos alargaríamos verticalmente, a la vez que nos espachurraríamos horizontalmente.
La misma fuerza que nos estaría destrozando concentraría la visión del universo en una banda delgada alrededor de la cintura. Haría que la escena por encima y por debajo de nosotros se desplazara hacia el rojo (más tenue) y la luz alrededor de nuestra cintura se vería desplazada hacia el azul (más brillante).
Además, para poder distinguir las distancias dentro de un agujero negro, necesitaríamos tres ojos, ya que el espacio-tiempo estaría altamente curvado y nuestra visión binocular se confundiría. Incluso un tercer ojo no sería suficiente para ver el centro del agujero negro, debido a que toda la luz se dirige hacia la singularidad y nada hacia fuera de él; esto haría que el espacio y el tiempo tal como los conocemos dejasen de existir.
De todos modos, nos recuerda Jeff McClintock3 que un viaje así sólo es posible de forma teórica. El agujero negro más cercano que conocen los astrónomos está a unos 3000 años luz, lo cual es una distancia muy segura, por si alguien se preocupa de que la Tierra pudiera ser tragada por un agujero negro. E incluso si el Sol (a unos 8 minutos luz de la Tierra) fuera reemplazado por un agujero negro de la misma masa, los planetas seguirían girando igual; lo único que cambiaría es que no habría ni luz ni calor. El agujero negro no trataría de tragarnos más de lo que lo hace el Sol. Sólo pasan todas estas cosas extrañas cuando nos acercamos muchísimo.
(Para ver un vídeo donde se aprecia el resultado de la simulación, haz clic aquí.)
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Fuente (del artículo y del vídeo):
http://edition.cnn.com/2009/TECH/space/04/27/falling.into.black.hole/index.html#
1. V. diccionario.
2. Dicho centro se conoce como una singularidad, donde la curvatura del espacio-tiempo tiende a infinito, así como las fuerzas de marea debidas a la gravedad.
3. Astrofísico del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (Cambridge, Massachusetts).
Hola Alberto, espero estés bien. ¿Pero la gravedad no nos aplastaría? ¿o la masa es tan grande que las leyes de la física son diferentes?
ResponderEliminarHola, alchemist. Gracias por tu comentario. En realidad, como se menciona en las dos partes de este artículo, el viaje que se propone es teórico, fruto del cálculo con un ordenador. Aún así, las leyes de la física (relatividad general y demás) se cumplirían, introduciendo los parámetros adecuados relativos al agujero negro. Por otro lado, la gravedad no nos aplastaría (en el sentido de algo que nos cae por encima), sino que, al descender hacia el interior del agujero negro, se produciría la "espaguetización" que comenta el artículo.
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