Existen diversos factores que afectan la capacidad de una serpiente para deslizarse. Los biólogos ya habían identificado pequeñas microestructuras en la superficie de cada escama del vientre. Estas estructuras son direccionales, diseñadas para agarrarse al suelo e impedir que la serpiente se deslice hacia atrás. Pero los físicos vieron que tenía que haber también algún otro aspecto que la serpiente pudiera controlar conscientemente.
Para comprobarlo, pusieron serpientes vivas sobre planos inclinados resbaladizos y midieron el ángulo en el que la serpiente pierde adherencia y se desliza. Las pruebas se hicieron primero con una serpiente totalmente despierta y después con otra anestesiada con isoflurano. Las serpientes dormidas se deslizaban a ángulos mucho menores que las que estaban totalmente conscientes, lo que prueba que debe haber algún modo mediante el cual la serpiente controla su fricción.
Las serpientes tienen en el vientre un músculo que recorre toda su longitud y puede hacer que las escamas se pongan de punta. Los investigadores descubrieron que un cambio de sólo 5 grados puede afectar el coeficiente de fricción de la serpiente en hasta un 50 por ciento. Cuando está escalando, las escamas de la serpiente se ponen perpendiculares a la superficie y se van clavando en ella a medida que trepa. Sin embargo, cuando necesita deslizarse rápidamente por un plano, pone las escamas paralelas a su cuerpo, reduciendo así la fricción.
Interesante, ¿verdad?
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Fuente:
http://www.aps.org/publications/apsnews/201205/plants.cfm